Llevo más de veinte años viviendo aquí. A pesar de ello, no conozco todo mi distrito, es más solo conozco mi zona y uno que otro lugar de por ahí.
En el lugar en donde vivo se le conoce como la zona “D”, se podría decir que es una de las zonas más movidas de San Juan de Miraflores, aunque cuando ya llevas tiempo, te acostumbras como en cualquier otro lugar.
Mi barrio es un poco más tranquilo. La gente es educada, sencilla y alegre, aunque nunca faltan las abuelitas regañonas que salen a botarnos de su casa como si fuéramos pandilleros o a gritarnos cuando de casualidad la pelota golpean sus puertas.
Lo curioso es que siempre que pasa esto, a mi me echan la culpa. Soy el mayor del grupo aunque no el más alto cabe aclarar, pero la edad me delata y por tal motivo siempre tengo que pedir las disculpas respectivas.
Cada cuadra tiene su grupo o su “mancha” como se dice, yo tengo el mío y siempre que podemos vamos a la vuelta de mi barrio donde hay una cancha y retamos a los equipos que están ahí. Lo gracioso es que casi siempre acaba en bronca, eso es lo malo cuando apuestas, pero cuando no hay dinero de por medio no hay emoción.
A pesar de perder o ganar, siempre acabamos riendo buscando a quien tuvo la culpa de haber perdido, pero bueno son cosas que suceden. Eso es lo estupendo de vivir en un barrio porque todas las cosas que pasan quedan como recuerdo y quieras o no siempre tus amigos van a estar allí para recordártelo.
En el lugar en donde vivo se le conoce como la zona “D”, se podría decir que es una de las zonas más movidas de San Juan de Miraflores, aunque cuando ya llevas tiempo, te acostumbras como en cualquier otro lugar.
Mi barrio es un poco más tranquilo. La gente es educada, sencilla y alegre, aunque nunca faltan las abuelitas regañonas que salen a botarnos de su casa como si fuéramos pandilleros o a gritarnos cuando de casualidad la pelota golpean sus puertas.
Lo curioso es que siempre que pasa esto, a mi me echan la culpa. Soy el mayor del grupo aunque no el más alto cabe aclarar, pero la edad me delata y por tal motivo siempre tengo que pedir las disculpas respectivas.
Cada cuadra tiene su grupo o su “mancha” como se dice, yo tengo el mío y siempre que podemos vamos a la vuelta de mi barrio donde hay una cancha y retamos a los equipos que están ahí. Lo gracioso es que casi siempre acaba en bronca, eso es lo malo cuando apuestas, pero cuando no hay dinero de por medio no hay emoción.
A pesar de perder o ganar, siempre acabamos riendo buscando a quien tuvo la culpa de haber perdido, pero bueno son cosas que suceden. Eso es lo estupendo de vivir en un barrio porque todas las cosas que pasan quedan como recuerdo y quieras o no siempre tus amigos van a estar allí para recordártelo.
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